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Aula vacía de una universidad "prestigiosa" del país. Créditos: Ever Núñez |
Hablar de instituciones terciarias: universidades, institutos, etc., es hablar de educación. Hablar de fiestas, bebidas, alcohol y ojeras, es hablar de la educación universitaria. En la actualidad, la producción intelectual en las universidades se ve reflejada con cierto grado de desinterés, aburrimiento y la educación universitaria es sinónimo de escasez de asistencias y problemas económicos.
En el país, la educación es paupérrima; no se tiene buena infraestructura, calidad profesional, estudiantes interesados. En el nivel universitario es peor, un estudiante promedio tiene que trabajar para poder estudiar, la carencia de tiempo, la fatiga y el transporte público son algunos factores que propician la poca o nula asistencia de los alumnos en las universidades y más si son estatales.
Sumándole a todos estos factores, tenemos los estereotipos sociales que se contradicen con el perfil de un estudiante promedio, la nula actividad a la lectura, el pobre contacto con los libros. Una sociedad que eleva y prestigia a deportistas, actores, cantantes y discrimina a docentes, investigadores, filósofos.
Sin duda, la sociedad cumple un papel fundamental en el poco interés del paraguayo en estudiar, lo poco accesible y el gasto que conlleva.
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