Cuando hablamos de compromiso estudiantil nos referimos a tomar la responsabilidad de cumplir con las demandas que exige la carrera, ya sea asistir a las clases –si son presenciales– , los trabajos prácticos, los trabajos de investigación, aprobar las pruebas parciales y claro, aprobar el año. Todo esto implica mucho tiempo, energía, dedicarse en su mayoría o plenamente al estudio.
Sin embargo, las personas que ingresan a la facultad en su mayoría son personas que deben trabajar y/o que tienen otras responsabilidades aparte de la universidad. Normalmente se trabaja para poder solventar los estudios y las necesidades básicas como alimento y techo. En esta variable también entran estudiantes que son padres o madres, estudiantes que viven lejos, estudiantes con problemas económicos, es decir, estudiantes que presentan una mayor dificultad para estudiar en condiciones. Y las dificultades no quedan allí, porque también están las dificultades que competen a las instituciones educativas, sean estos problemas académicos, de infraestructura, falta de materiales de apoyo, problemas administrativos, mala enseñanza, horarios poco flexibles, falta de modalidades semipresenciales y/o a distancia, educación influenciada por política sucia.
Grupo de estudiantes presentando un proyecto en Clubes de Ciencia Paraguay, Facultad Politécnica UNA. Créditos: Rebeca Medina.
También existe una variable poco mencionada pero importante y que puede influenciar bastante en el compromiso de los estudiantes con la educación superior: la vocación. El sistema educativo paraguayo no está preparado para sacar a las personas a elegir la carrera que desean, sino elegir algo que les dé salida laboral rápida y útil. Es decir, tenemos un sistema educativo donde los estudiantes secundarios salen sin saber qué desean estudiar, por ende, eligen una carrera que crean útil o accesible pero sin reflexionar acerca de su vida, sin hacer una introspección previa para decidir sobre sus futuros.
Entonces, se puede decir que el compromiso estudiantil universitario se ve influenciado por la escasa accesibilidad que tienen los estudiantes en sus trabajos (que nace de la necesidad económica), la escasa accesibilidad de las universidades de presentar modalidades semipresenciales y/o a distancia y las falencias propias de cada institución, y por último pero no por ello menos importante, la vocación no despertada en estudiantes secundarios.
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